Comienza a ser planeada inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial (1945-46), entrando en construcción en 1951. Esta obra, de una magnitud sin precedentes para su autor, se ve relentizada por problemas presupuestarios y tardará en ejecutarse cinco años, en lugar de los doce meses previstos inicialmente
El proyecto fue la primera oportunidad para Le Corbusier de poner en práctica las teorías de proporción a escala que irían a dar origen al Modulor. Al mismo tiempo constituía una visión innovadora de integración de un sistema de distribución de bienes y servicios autónomos que servirían de soporte a la unidad habitacional, dando respuesta a las necesidades de sus residentes y garantizando una autonomía de funcionamiento en relación al exterior. Esta naturaleza autosuficiente pretendida por Corbusier era la expresión de una preocupación que comenzaba a surgir en los años veintes, en sus análisis de los fenómenos urbanos de distribución y circulación que empezaban a repercutir en la sociedad moderna.
Con su sistema de viviendas colectivas, Le Corbusier se opone a la desurbanización o, como él le decía, a la "manía de las casas unifamiliares". En lugar de ello, abogó por rascacielos como unidades de arquitectura urbana integradas que debían cumplir una función exactamente establecida y ocupar un lugar determinado de antemano. Si pudieran ajustarse con exactitud todos los servicios de la comunidad, se cumpliría a la vez el sueño de la ciudad-jardín, ya que a los pies de cada rascacielos quedaría el suficiente espacio para una amplia zona verde.
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